NUESTRA FE, TESORO INVALUABLE

24.03.2022

NUESTRA FE, TESORO INVALUABLE (1 PEDRO 1:5-9)

(POR: PASTOR EMILIO BANDT)

Fe es una de las palabras más breves del mundo del idioma español, pero es la mayor en el mundo espiritual. Frecuentemente asociamos la fe con la mano que toma las bendiciones, pero no es eso tan sólo. La fe es el ojo que ve al Dios Vivo y se concentra en ver y aferrarse a todo lo que Dios es capaz de hacer, nos conecta directamente con la Suprema Persona de Dios, nos conecta automáticamente con todas sus virtudes. Por medio de la fe caminamos en el camino de luz. Nuestra fe tiene grandes alcances, se adhiere a la paz de nuestro Señor, a su amor, a su misericordia, a su bondad, a su justicia, a su paciencia y a su Poder.

Por qué nuestra fe es un tesoro invaluable:

PORQUE ES MUCHO MÁS PRECIOSA QUE EL ORO.

¿Cuáles serán las cosas materiales más valiosas del mundo?

Sin duda, a nuestra mente vienen los metales preciosos como el oro, la plata, etc. También es posible que pensemos en las piedras preciosas como los diamantes. La piedra preciosa más valiosa del mundo es el diamante "Cullinan" hallado en el Transvaal, Sudáfrica, en 1905. Pesó en bruto 3,106 quilates y midió 10 x 6 x 3 cms. Al cortarlo resultaron 105 gemas con un peso total de 1,063 quilates. Entre ellas, la famosa piedra "Estrella del África" de 530 quilates. Nueve de estas piedras preciosas adornan la Corona Británica. El valor estimado de esta piedra en 1908 fue de 1´633,944.24 dólares.

Aunque el oro por muchos siglos ha sido tenido por todos como un símbolo de lo más precioso y valioso de todas las posesiones materiales, la fe es mucho más preciosa que el oro ante los ojos de Dios. Nuestro sencillo creer en nuestro Poderoso Salvador vale mucho más que todas las joyas y que todo el oro del mundo.

Dice el apóstol que nuestra fe es mucho más preciosa que el oro, pero dice también que así como el oro se prueba con fuego, así también nuestra fe debe ser probada para ser purificada, porque debe estar lista para cuando podamos presentársela como una ofrenda que le alabe, le glorifique y le honre. Solo que para purificarla, el Señor debe ponerla en el crisol de la prueba.

Las pruebas de nuestra fe son perecederas, se terminan tarde o temprano, pero tienen el objetivo de prepararnos para una vida que no se acaba, que es eterna. Una vez purificada, nuestra fe será la más bella joya que podremos ofrecer a nuestro Salvador en la más sublime adoración.

Si hoy estamos en medio de una prueba, permitamos que la misma nos muestre que sólo el Todopoderoso tiene la solución y apliquemos nuestra fe. Nuestro Señor Jesucristo sostiene su Palabra que dice: "... Conforme a vuestra fe os sea hecho" (Mateo 9:29). Así que, aunque la prueba sea muy difícil, gocémonos en el poder del Señor.

La prueba de la fe es una oportunidad para ver la Gloria de Dios. Permitamos que nuestra fe brille como el oro.

El Señor encamine nuestro corazón a incrementar nuestra fe.

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