LA ORACION Y PATERNIDAD DE DIOS

07.12.2022

"LA ORACION Y PATERNIDAD DE DIOS"

(MATEO 7:9-11)

(POR PASTOR EMILIO BANDT FAVELA)

EL PODER DE LA ORACIÓN CONSISTE EN LA CORRECTA RELACIÓN PADRE - HIJO.

  • Son numerosas las ocasiones en que nuestro Señor Jesucristo nos asegura la contestación a nuestras oraciones.
  • En estos versículos, ÉL quiere hacernos ver la base sólida sobre la cual descansa su promesa: En las palabras Padre - hijo y por supuesto, la relación que surge.
  • El Señor nos invita por hoy, apartar la mirada de los padres terrenales, y nos impulsa a ver a Dios como el Padre nuestro y su Infinito Amor por nosotros.
  • El Señor nos invita a calcular ¡Cuánto más! Dios nos concederá lo que le pedimos. & ¿Qué tanto más grande es Dios en comparación con el mejor de los hombres?
  • Pues en esa misma proporción debe ser nuestra certidumbre de la respuesta suya a nuestras plegarias. Ciertamente Dios pude oírnos y atendernos en todo lo que le digamos con mucha mayor seguridad que cualquier padre terrenal.
  • El Señor quiere enseñarnos aquí lo estrecho de la conexión que hay entre oración y respuesta; entre lo que pedimos y la Paternidad de Dios.
  • Veamos dos enseñanzas que contiene esta parábola tan sencilla e inteligible, pero a la vez tan profunda y espiritual.

1º NECESITAMOS ORAR COMO HIJOS. (7:9-10).

  • Cuando un niño recibe lo que ha pedido a su padre, se debe a la influencia de la relación que lo vincula con su padre.
  • Nosotros también podemos ejercer esa misma influencia en nuestras oraciones.
  • Dios quiere que así sea. Pero como hijos debemos vivir esa relación.
  • Ciertamente las promesas del Señor cobran toda su potencia y realidad cuando hay una amorosa relación entre nosotros como hijos y el Padre en el cielo.
  • Una vida de oración de fe y su continua respuesta es un resultado natural de una relación así. Necesitamos aprender hoy, esta lección del Señor y Maestro: Vive como un hijo de Dios, y como hijo de Dios podrás orar y como hijo de Dios serás escuchado.
  • Pero quizá nos preguntemos: ¿Cómo vive un hijo de Dios? La respuesta es simple: En comunión con su Padre.
  • Miremos al protagonista de la parábola del hijo pródigo: Él abandonó la casa de su padre, no se complació en su presencia, en su amor, y quizá tampoco en su disciplina.
  • Él no vivió en la correcta relación Padre - hijo.
  • Así, muchos cristianos no la viven y pretendes ser escuchados en sus oraciones y se quejan de la "tardanza" de Dios en contestarles. Todo aquel que actúa así pronto se sentirá desilusionado.
  • Pero aquel que sabe que es hijo de Dios y que el compañerismo, la voluntad, el honor y el amor del Padre son su gozo, encontrará que el gozo del Padre es concederle todos sus deseos.
  • Para ser buenos hijos de Dios necesitamos ser guiados por el Espíritu Santo. El apóstol Pablo escribió: "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios" (Romanos 8:14).
  • Así que como hijos tenemos un privilegio: Pedirlo todo. Pero también tenemos este santo deber: vivir bajo la dirección del Espíritu Santo. Si como niños le entregamos todo nuestro ser para ser dirigidos por ÉL, entonces veremos que ÉL también nos conduce en las oraciones. Muy pronto descubriremos la perfecta relación entre el dar que es propio del Padre y el vivir que es propio del hijo.
  • Dios nos enseña en su Palabra como quiere que vivamos sus hijos. Con frecuencia leamos el Sermón del Monte. Un hijo de Dios es como lo ha descrito en las bienaventuranzas, que da sabor a la tierra y brilla con la luz de Cristo. Que ama como el mismo Señor y se esfuerza por ser perfecto como su Padre. Aquel que perdona como el Padre le ha perdonado. Aquel que confía en Dios en todas sus necesidades terrenales y busca primero el reino de Dios y su justicia. Aquel que no sólo dice: Señor, Señor, sino cumple la voluntad de su Padre.
  • Tal es la vida de un hijo de Dios, y no puede ser otra la vida en el amor y santidad de Dios. Una vida así verá que la oración contestada es Segura y abundante.

2º NECESITAMOS CONFIAR EN DIOS COMO PADRE. (7:11).

  • Pero, si esto de vivir como hijos de Dios es el requisito para la respuesta a nuestras oraciones, ¿No habrá desaliento en aquellos que somos débiles?
  • Volvamos a la enseñanza de hoy: Padre - hijo. Dios sabe que somos débiles. ÉL no nos pide que para poder orar cumplamos perfectamente sus leyes. No. ÉL sólo nos pide que cultivemos el espíritu de un niño, que nos entreguemos a ÉL en integridad de corazón y en verdad. Nada más. Pero también, nada menos.
  • Si todo el corazón es entregado a Dios, ÉL verá nuestro propósito honesto y la voluntad sincera de servirle. ÉL tomará nuestras oraciones como las de su hijo.
  • Analicemos el Sermón del Monte y hagámoslo la regla de nuestra vida. Y aún cuando somos débiles y fracasemos, ÉL nos dará mayor confianza en nuestra relación Padre - hijo. Este es el único y principal pensamiento de nuestro Señor Jesucristo. ÉL quiere que conozcamos el amor del Padre. Que nuestro corazón sea henchido de ese amor. No basta que sepamos que Dios es Padre. ÉL quiere que vivamos todo lo que esa Palabra implica.
  • Miremos el amor, la ternura, el gozo de un padre terrenal. Ahora, el infinito amor, paternidad y gozo con que ÉL nos mira llegar ante ÉL en nuestro lugar de oración.
  • Miremos su prontitud en oírnos y su gozo en contestarnos.
  • ¡Que el Señor encamine nuestro corazón a orar así! ¡Así sea! ¡Amén!

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